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sábado, 13 de diciembre de 2014

Estreno

La Señorita Julia

Es posible que más de uno haya vivido en una sola noche experiencias de lo más extrañas, con frecuencia diluidas en vapores etílicos, pasando de la exaltación al abatimiento. Si encima toda esa noche se condensa en la más corta del año - la mágica noche de San Juan -,  el resultado puede ser trágico o irónico, según se mire. La Señorita Julia, un clásico teatral del XIX del sueco August Strindberg, es uno de esos relatos que transcurren a medio camino entre la fantasía y la realidad, sometiendo a sus personajes a un cóctel emocional y que ahora adapta para la gran pantalla Liv Ullman

La otrora cara visible de la cinematografía de Ingmar Bergman, se sitúa tras la cámara para firmar su cuarto trabajo como realizadora, permitiéndose ciertas licencias con respecto al texto original como situar la acción en tierras irlandesas y reduciendo a tres los personajes. Una espléndida Jessica Chastain, un sorprendente, aunque a ratos desigual, Colin Farrell y una igualmente soberbia Samantha Morton conforman el triángulo amoroso protagonista.

Chastain es aquí Julia, la caprichosa y disoluta aristócrata que se debate entre el deber moral que se espera de alguien de su rango social y su deseo irrefrenable hacia su criado John (Farrell), que a su vez,  se mueve en arenas movedizas tentado por sus propias pulsiones y obligado a acatar las órdenes de su ama. Chastain y Farrell sostienen la magnífica dialéctica del libreto de Strindberg y mantienen la tensión durante todo el metraje. En medio de este perverso juego de seducción se sitúa Kathleen (Morton), la cocinera y amante oficial de John que ejerce de voz de la conciencia.


El resultado de esta nueva adaptación al cine – y ya se han hecho unas cuantas versiones - aunque loable e impecable en la puesta en escena, donde cabe destacar su fotografía pictórica, peca de un excesivo encorsetamiento en su realización. Se echa en falta cierto virtuosismo con la cámara, un lenguaje al servicio de la psicología de los personajes y de un texto riquísimo en matices que, aunque perfectamente interpretado por el trío actoral, no resulta suficiente para sostener los cimientos del formato cinematográfico. 


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