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sábado, 8 de noviembre de 2014

Estreno

Alguien a quien amar

Poco a poco, otra cinematografía danesa – muy lejos queda ya el manifiesto dogma - y otros nombres habituales como el taciturno Lars Von Trier, se van abriendo hueco en nuestras carteleras. Pernille Fischer Christensen forma parte de esa nueva hornada de directores procedentes de esas latitudes nórdicas que ofrecen una narrativa contenida pero cargada de emociones. El cuarto filme de la cineasta ‘Alguien a quien amar’, aunque transita por caminos habituales del drama familiar, logra un envoltorio renovado relleno de agradables sutilezas


Thomas Jacob (Mikael Persbrandt), cantautor consolidado en la esfera musical internacional regresa a su Dinamarca natal para la grabación de un nuevo disco.  En un viaje catárquico, este lobo solitario se reencuentra con su hija Julie (Birgitte Hjort Sorensen), una "cría" que busca desesperadamente la protección instintiva – en este caso monetaria – de un padre redimido de sus responsabilidades como progenitor durante demasiados años. El forzado vis a vis servirá para que Thomas pueda expiar estos y otros pecados – un pasado de drogas, alcohol y vida disoluta propia de una estrella de los escenarios – en otro "cachorro": Su nieto Noa (Sofus Ronnov). 

Así, bajo la gélida superficie del paisaje, extrapolable a la frialdad de Thomas en su esfera privada, un torbellino de sentimientos encontrados pugna por salir. Primero a través de las letras de sus canciones para luego desnudarse por completo tanto dentro como fuera de los escenarios. 

Precisamente la música vehicula la narración y el desarrollo personal de este Leonard Cohen nórdico en un ejercicio interpretativo por parte de Persbrandt - así como del trío de actrices que le secundan con especial mención a Eve Best  (Kate) y Trine Dyhorm (Molly),-  realmente sobresaliente. Asimismo, el niño debutante realiza una interpretación creíble y madura logrando así que el filme no caiga en la lágrima fácil. Lástima que en su tramo final la historia peque de cierta previsibilidad y un cierto subrayado que, no obstante, permite disfrutar de un retrato familiar conmovedor. 


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