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miércoles, 23 de noviembre de 2011

En blanco y negro

Locos del cine. Locos por el cine.

La luz frontal del foco despeja las arrugas de una vieja gloria del cine, una Gloria que detrás de la cámara se apellida Swanson, la estrella estrellada de Sunset Boulevard, o en su traducción española, - esta vez con un título más que acertado - El crepúsculo de los dioses.


Norma Desmond, actriz mimada de la etapa del cine mudo, vive recluida en su mansión empujada al ocio obligado por la llegada del sonoro, un avance técnico revolucionario en la historia del cine que silenció a las estrellas que, paradójicamente, empezaron a forjar la misma industria. Sin duda un paralelismo de este alter ego con Gloria Swanson, que fue todo un icono del mudo de los años 20 y 30 y que volvió por la puerta grande en su madurez gracias a este filme.
 
El encargado de recuperarla, Billy Wilder, que retrata a una actriz que se vanagloria de su pasado de esplendor ante las cámaras hasta lo enfermizo. En su pequeña sala de cine se proyectan los fotogramas que hacen que Norma se estremezca  ante cada gesto, cada esfuerzo por transmitir todo sin decir nada. Y es que Sunset Boulevard no es más que el retrato de la perversa industria de Hollywood – la cual se ceba especialmente con las actrices -, de la caducidad prematura de sus productos y el engrose de una larga lista de juguetes rotos.




El sufridor de los caprichos de esta diva en la película, Joe Gillis (William Holden), un joven guionista de segunda fila que queda atrapado en las garras de la locura de Norma. Gillis tratará de hacerle entender que esa magia de la que gozaba el cine en sus inicios si no se ha esfumado, sí se ha transformado para conmover de otra manera. A esas muecas y movimientos exagerados se le unió una aliada: la voz.
 
Norma y Joe son así las diferentes caras de la misma moneda. Aquélla creció en la pantalla muda, y aquél busca en la palabra la forma de conducir las emociones. Pero si algo les une es su obstinación por recuperar - en el caso de Norma - y conseguir - en el caso de Joe -  una gloria que les pertenece.
 
Pese a que el filme tiene 61 años de vida, Sunsent Boulevard sigue tratando una temática de rabiosa actualidad, sobre todo, porque vivimos continuos cambios en un modelo de industria que, de momento, convive con el viejo modo de entender el cine, aunque algo de magia se haya perdido en el camino.  Bendita locura.

3 comentarios:

  1. No he visto la película, pero me recuerda a la famosa "Cantando bajo la lluvia" (Stanley Donen y Gene Kelly) y a su maravillosa escena donde Lina Lamont (Jean Hagen), estrella del cine mudo, es incapaz de dar el salto al recién nacido cine sonoro. Algo que trae como consecuencia su decadencia como actriz.

    Es curioso observar como la propia industria, a veces, es crítica consigo misma y regala al espectador piezas como estas que, más allá de su narración, dan cuenta a los espectadores de esos juguetes rotos que, en algunos casos, han logrado revivir de las propias cenizas.

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  2. Gracias Dani,

    Sí, las dos hablan del cine dentro del cine, y sacan a relucir los entresijos de la industria y su evolución, pero desde géneros distintos. "Cantando bajo la lluvia" lo aborda con comicidad y regala secuencias cargadas de optimismo. En "El crepúsculo de los dioses" el discurso se vuelve dramático y oscuro.

    Creo que efectivamente, la indsutria a veces es crítica pero lamentablemente, considero que sigue habiendo un menor peso de mujeres maduras en la gran pantalla que de hombres. Sin embargo, algunas han conseguido resurgir gracias a la pequeña pantalla, como es el caso de Jessica Lange en la serie American Horror Story. Y se agradece.

    Un saludo :-)

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  3. En ocasiones no puedo evitar pensar que hasta la crítica más feroz, el propio sistema ya la tiene prevista.

    En otro estilo... ¿qué consecuencias reales ha tenido la obra de Michael Moore?

    Nada... el que algo denuncia... se convierte en el sospechoso.

    Hughs

    Nacho

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