Una
nueva amiga
Para lograr un buen maquillaje se
debe trabajar muy bien la base, iluminar determinadas zonas, aplicar sombra en
otras y, si nos queremos poner sofisticados, resaltar un rasgo u otro con un
toque de color. François Ozon ha logrado
un resultado un tanto artificial en su último trabajo cinematográfico Una
nueva amiga, adaptación libre
de un relato corto de su venerada dramaturga Ruth Rendell, al que, como en
cualquier maquillaje, el paso de las horas acaba por cuartear un poco. En
cualquier caso, la película de Ozon no deja indiferente e impacta por el
atrevimiento de su contenido.
El retorcido cuento tiene como
protagonista a Claire (Anaïs Demoustier),
quien tras el fallecimiento de su mejor e idolatrada amiga Laura (Isild Le Besco), trata de superar el duelo haciéndose cargo
de su viudo, Romain Durais (David) y
de su ahijada. Lo que no espera en ese proceso es encontrarse con un
secreto nada convencional que le devuelve a la vida y le ayudará a (re)conocerse.
A partir de aquí Ozon coge los elementos habituales en su
filmografía, como son su acercamiento
sin prejuicios a la sexualidad, el (re)descubrimiento morboso de nuevas y
desconocidas identidades en nuestro yo
o la lapidación de la institución familiar burguesa. Aplica aquí y allá y
deja al espectador a merced de un relato que transgrede a capricho los géneros cinematográficos, moviéndose
entre el melodrama y la comedia con pinceladas de humor e ironía, y los géneros sexuales, jugando de forma constante con la ambigüedad identitaria.
El principal problema es que la delgada línea sobre la que se suele
mover Ozon en su cine, entre lo creíble y lo que no, en Una nueva amiga cae muchas
veces en el lado de lo inverosímil. A esto hay que sumar que la complejidad
del tema que aborda hace muy difícil empatizar
con unos personajes que, en todo caso, están muy bien defendidos por sus dos principales intérpretes: La
poliédrica Anaïs Demoustier y Romain
Duris que sorprende sin caer en la estridencia.
A pesar de estas “imperfecciones”, el relato posee los giros narrativos necesarios como para mantener el
suspense hasta el final y, lejos del revestimiento aparentemente superfluo,
la película invita a una lectura más profunda. Como en toda rutina del proceso
de desmaquillarse vamos eliminando capas hasta llegar a la desnudez de la piel
de la que partimos. Tras su visionado Una nueva amiga propone enfrentarnos,
como lo hacen sus personajes, a ver el
reflejo de lo que somos en realidad en nuestro ámbito privado y la imagen que
estamos dispuestos a ofrecer a los demás en esa, siempre difícil, esfera
pública.
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