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sábado, 21 de marzo de 2015

Estreno

Pasolini

Aproximarse a la figura de Pier Paolo Pasolini, y por extensión a su obra, no es una tarea fácil, más cuando estamos hablando de uno de los cineastas que figuran con “letras mayúsculas” en la historia del cine y de las artes en general. El italiano que, se consideraba ante todo escritor, fue un pensador inquieto y provocador, vehemente en sus convicciones morales y políticas, las cuales pudieron llevarle a su asesinato en 1975. Éste es el retrato que realiza Abel Ferrara en su última película, un repaso por las últimas horas de vida que PPP pasó por un mundo en el que se elevaba como un absoluto inconformista. 




Ferrara plantea la historia como el capítulo final de una biografía en el que se intercalan múltiples relatos, saltando de la recreación de los hechos “reales”, antes de que el director fuera apaleado hasta la muerte en plena noche, a pasajes oníricos extraídos de las últimas obras en las que trabajaba esos días, su novela Petróleo y la escena de su filme inacabado Porno-Teo – Kolossal. En definitiva un juego de muñecas rusas narrativo en el que el espectador se deja llevar por su solvente reparto, especialmente por ese Willem Dafoe físicamente mimetizado con el cineasta italiano y sus obsesiones. 

Ahora bien, Pasolini no es un filme fácilmente digerible para un público generalista, ni siquiera para un público habituado al consumo de otro tipo de cine. Como en todo biopic el personaje es el eje central del relato y en este caso, Pasolini deambula con excesivo distanciamiento empático – al menos para una servidora -. Está claro que Ferrara, un rara avis como lo fue el de Bolonia, realiza una crónica bien documentada de los hechos y se aproxima al cineasta con profundo respeto y demasiada veneración, eso sí, sin ahondar mucho más en unos elementos a los que podría haber sacado mayor partido, entre ellos, un cierto esclarecimiento de las brumas que, toda vía hoy, envuelven la muerte del director italiano. 

De ahí que el Pasolini de Ferrara se quede en la superficie, en el boceto de una figura – a priori relevante y suculenta - que, sin embargo no despierta curiosidad, no conmueve y resulta demasiado hermética para quien quiera realizar una aproximación al poeta. Asimismo, es posible que los seguidores acérrimos del italiano tampoco salgan satisfechos de este ejercicio de Ferrara. Sirva como epitafio de esta crónica y para resumir el filme una frase que dijo el venerado Pasolini: “Con el sentido común no se cambia nada”.


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