Fuerza
mayor
Disfrutar de unos días de desconexión en un hotel de lujo
en los Alpes franceses, con kilómetros de pistas esquiables se presenta como
una escapada familiar de lo más idílica. Sin embargo, la película del sueco Ruben
Östlund, Fuerza Mayor, pronto
dinamita este folleto de agencia de viajes y se convierte en una pesadilla para un matrimonio, en apariencia sólido
y felizmente casado, y su prole.
El cuarto largometraje de Östlund ahonda en algo primitivo e inherente al ser humano como es el instinto de supervivencia y para
ello plantea una situación límite a sus protagonistas. Al segundo día de su
estancia vacacional una avalancha – primero literal y posteriormente emocional
- se precipita sobre ellos. El padre de familia, Tomas, (Johannes Kuhnke)
abandona momentáneamente a la madre, Ebba, (Lisa Loven Kongsli) y a los cachorros a su suerte. Cuando ha pasado
la tormenta, regresa como si nada hubiera pasado.
A partir de entonces Östlund
aborda la historia con una narración casi cirujana mediante el empleo de
largos planos estáticos lo que recuerda
a un documental casi antropológico acerca de las miserias humanas. Porque
es indudable que desde que se produce el accidente el hasta ese momento feliz
retrato familiar se resquebraja como una fina capa de hielo y los reproches, la
asunción de responsabilidades como padres y pareja, la cuestión genérica y su
rol social, cultural y biológico salen a la superficie.
Precisamente la elección de ese recurso estático de la cámara sirve a los actores para que actúen
con libertad y las emociones salgan de una forma fluida y natural. De este modo asistimos a la disección de unos
personajes que parecen más bien cobayas en un laboratorio. Al mismo tiempo, la elección del escenario también resulta
de lo más simbólica, pues bajo las
capas y la aparente calma de ese gélido paisaje pugnan por salir los sentimientos
más viscerales enfatizados de forma
certera con la inclusión de la pieza Verano
de Vivaldi como augurio de la tragedia que planea sobre la familia.
No obstante, que el espectador no se lleve a equívocos. Fuerza
mayor tiene un mensaje profundo sí, pero eso no impide que haya hueco
para la fina ironía y el sentido del humor en una historia que,
aunque abordada en múltiples ocasiones en el cine – es decir, la caída de la
institución familiar/matrimonial – destaca
por su originalidad formal.
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