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miércoles, 18 de febrero de 2015

Estreno

Fuerza mayor

Disfrutar de unos días de desconexión en un hotel de lujo en los Alpes franceses, con kilómetros de pistas esquiables se presenta como una escapada familiar de lo más idílica. Sin embargo, la película del sueco Ruben Östlund, Fuerza Mayor, pronto dinamita este folleto de agencia de viajes y se convierte en una pesadilla para un matrimonio, en apariencia sólido y felizmente casado, y su prole.



El cuarto largometraje de Östlund ahonda en algo primitivo e inherente al ser humano como es el instinto de supervivencia y para ello plantea una situación límite a sus protagonistas. Al segundo día de su estancia vacacional una avalancha – primero literal y posteriormente emocional - se precipita sobre ellos. El padre de familia, Tomas, (Johannes Kuhnke) abandona momentáneamente a la madre,  Ebba, (Lisa Loven Kongsli) y a los cachorros a su suerte. Cuando ha pasado la tormenta, regresa como si nada hubiera pasado.

A partir de entonces Östlund aborda la historia con una narración casi cirujana mediante el empleo de largos planos estáticos lo que recuerda a un documental casi antropológico acerca de las miserias humanas. Porque es indudable que desde que se produce el accidente el hasta ese momento feliz retrato familiar se resquebraja como una fina capa de hielo y los reproches, la asunción de responsabilidades como padres y pareja, la cuestión genérica y su rol social, cultural y biológico salen a la superficie.

Precisamente la elección de ese recurso estático de la cámara sirve a los actores para que actúen con libertad y las emociones salgan de una forma fluida y natural.  De este modo asistimos a la disección de unos personajes que parecen más bien cobayas en un laboratorio. Al mismo tiempo, la elección del escenario también resulta de lo más simbólica, pues bajo las capas y la aparente calma de ese gélido paisaje pugnan por salir los sentimientos más viscerales enfatizados de forma certera con la inclusión de la pieza Verano de Vivaldi como augurio de la tragedia que planea sobre la familia.

No obstante, que el espectador no se lleve a equívocos. Fuerza mayor tiene un mensaje profundo sí, pero eso no impide que haya hueco para la fina ironía y el sentido del humor en una historia que, aunque abordada en múltiples ocasiones en el cine – es decir, la caída de la institución familiar/matrimonial – destaca por su originalidad formal.  

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