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lunes, 30 de enero de 2012

Mujeres hombre

El juego del disfraz es una condición sine qua non del trabajo actoral, en tanto que implica la adopción de una apariencia emocional ligada inevitablemente a la gestualidad y la presencia física. En el caso del cine son muchos los ejemplos de travestismo, transfiguración de género y ruptura identitaria y, aunque abundan títulos y personajes en los que los hombres se transforman en mujeres – casi siempre para explotar la comicidad-, existen algunos ejemplos de féminas que se sirven del hombre (dadas sus ventajas imperantes a lo largo de la historia) para alcanzar, en la mayoría de los casos, logros laborales y aceptación social.

Con motivo de la recién estrenada Albert Nobbs (Rodrigo García), y el papel de caramelo que ha sido para su actriz protagonista, Glenn Close, hay que recordar que no ha sido la única (ni será la última) que se ha metido en traje de chaqueta y ha adoptado un tono grave de voz. Bajo apariencia masculina, muchas otras, como ella, obtuvieron gracias a estas interpretaciones reconocimiento por parte de la industria del cine. 


Linda Hunt, en el papel de un particular fotógrafo, Billy Kwant, obtuvo una estatuilla como Mejor Actriz Secundaria por el filme The Year of Living Dangerously. Del mismo modo, la “princesa” Gwyneth Paltrow obtuvo su único Oscar hasta la fecha por su papel dual en Shakespeare in Love, donde se metía en jubones y se colocaba barba postiza para poder interpretar los textos del célebre escritor sobre las tablas de un teatro. Igualmente, pero con vaqueros y camisas de cuadros, Hilary Swank convenció a crítica y público en su papel de chico perdido en Boys don´t cry, ya que gracias a esta actuación consiguió su primer Oscar.

Otras actrices estuvieron a punto de rozar la estatuilla pero, al menos, sus nominaciones les reconocieron una gran versatilidad. Julie Andrews interpretó magistralmente a Víctor en la, ya de por sí, ambigua comedia musical Victor or Victoria? que le valió una nominación al Oscar como Mejor Actriz. De notas musicales, grandes cuerdas vocales y generación próxima, Barbra Streisand consiguió que su largometraje Yentl ganara el Globo de Oro a la Mejor Comedia o Musical. En él la cantante se metía en la piel de un chico para poder recibir formación religiosa en una escuela judía. El último ejemplo, y asimismo en terreno melómano, se encuentra personificado en el enigmático Bob Dylan intepretado por Cate Blanchett en I´m not there que le valió un nominación como Mejor Actriz de Reparto. 
Lejos de Hollywood también existen títulos en los que sus actrices protagonistas se han visto obligadas o han jugado a ser hombres. A contraluz de los focos del reconocimiento y la gloria de Hollywood, la actuación y travestismo de Milla Jovovich en la Juana de Arco de Luc Besson no convenció a ningún academicista, pero sí le valió una nominación a los Premios Razzie como Peor Actriz. Y es que intentar estar a la altura de Renée Jeanne Falconetti, bajo la dirección de Dreyer era demasiada expectativa.

También en el país galo, incluso la Nouvelle Vague y François Truffaut consiguieron que una bella y delicada Jeanne Moreau corriera como uno más entre sus dos hombres en Jules et Jim. Pero el cine patrio también cuenta con conversiones de mujer a hombre, como es el caso de Blanca Portillo, quien se metió en la piel de fray Emilio Bocanegra, Presidente del Santo Tribunal de la Inquisición, en la película Alatriste.

A la luz de este juego de máscaras y apariencias parece que muchas veces el reconocimiento de algunas actrices se produce adoptando un rol masculino. Tanto en papeles de mujeres que adoptan un envoltorio varonil, como mujeres que interpretan directamente a hombres, la asunción de un cuerpo y una mente desconocidos siempre será un reto profesional e interpretativo. En cualquier caso, debe primar el atractivo del personaje, independientemente de cuál sea su género. 

1 comentario:

  1. Curradísimo Post.

    De nota.

    Algunas eso si, no necesitan ni maquillaje...

    Besos

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