Her
¿Qué pasaría si en este mundo hiperconectado en el que vivimos poco a
poco sintiéramos una terrible desconexión emocional con los seres de carne y
hueso? Este es el planteamiento de base del último trabajo de Spike Jonze, una idea que empezó a
brotar hace diez años y ha germinado en ‘Her’, una historia acerca del amor y
sus fases a medio camino entre la realidad y la ciencia ficción.
Para ello nos sitúa en un futuro
indeterminado – aunque no muy alejado del fenómeno online que vivimos – en el
que la soledad y el reencuentro con uno
mismo (y con los demás) se
convierten en leitmotiv de este tierno relato protagonizado por Theodore (Joaquin Phoenix) y Samantha (Scarlett Johansson), un sistema
operativo.
Recién salido de una separación, Theodore
arrastra todavía su duelo y vive su rutina diaria con el piloto automático
tratando de comprender cuáles han sido los errores que han llevado a su
matrimonio al fracaso. Su desorganizado esquema emocional contrasta con su
trabajo como redactor de cartas personalizadas en las que es capaz de
psicoanalizar y captar a la perfección la esencia y emociones de sus clientes. Así,
sin rumbo fijo, Theo decide adquirir un sistema operativo con una cautivadora
voz femenina.
El encuentro entre hombre-máquina establece pronto un vínculo
sentimental, un acoplamiento verbal perfecto que ayuda a aquél a
comprenderse mejor, a volver a ilusionarse por un futuro que se extiende
delante de él pero sin renegar del pasado. A aquélla, le ayuda a ir evolucionando
partiendo de cero, sin un pasado, dado que es un libro abierto cuyas páginas
van nutriéndose de las experiencias de la vida real. En definitiva un crecimiento desigual y disfuncional en
su particular relación de pareja.
Jonze maneja con maestría un discurso difícil, capaz de sacarnos más
de una sonrisa. Parte de esa complejidad estriba en que Samantha no se
materializa físicamente en ningún momento y sin embargo logra ser una entidad
presente, visible, perenne a lo largo del metraje. Está claro que el trabajo de
Scarlett Johansson es el artífice de
dicha hazaña, una actuación sublime
lograda mediante la modulación de la voz: La
interpretación actoral reducida a su esencia. Frontalmente se sitúa un Joaquin Phoenix que debe cargar con
todo el peso de la presencia permanente en pantalla y logra de manera
sobresaliente. Melancolía, miedo,
frustración, pérdida, alegría… todo eso logra transmitir su entrañable
personaje. El resto del reparto no desmerece. Amy Adams, Rooney Mara, Olivia Wilde completan un cast a la altura, mérito también de su
director, que se ha esmerado en la construcción de los personajes.
Para redondear la obra se debe mencionar la importancia de la
escenografía. Un paisaje y estética retrofuturista,
alegoría de la añoranza al pasado (desde el vestuario hasta los flashbacks que se intercalan en el relato presente) y la ilusión
recobrada por un futuro utópico y por escribir. Los escenarios minimalistas se envuelven de
una atmósfera de colores cálidos, creando un contraste de nuevo entre soledad y
recogimiento. ‘Her’ es una abstracción,
la proyección de un ideal, una melodía
que pese a no tener forma corpórea nos
devuelve una fotografía, un reflejo de lo que somos, hemos sido y seremos.
Cuando tenías cuatro años se me ocurrió que serían buena idea llevarte a ver los Gremlins 2 (nunca se hizo la 3) a los Cines Avenida de Leganés. Con ese antecedente, a los 8 años vimos juntos en casa un viernes el estreno en Canal+ de Algunos Hombres Buenos... que menuda mierda de peli con el paso del tiempo eh?. Vale mierda no, pero pretenciosa y americanada a raudales.
ResponderEliminarEn nuestra edad media, descubrimos al Ladrón de Orquídeas y ese gran director que hoy firma HER.
Gracias Ana por este viaje en el que comencé llevándote de la mano y ahora eres tú la que me muestras el camino.