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sábado, 24 de marzo de 2012

Premiere

'Mirror, Mirror': Blancanieves espabila, la Reina Malvada conquista 

Si me aceptáis un consejo, así, nada más empezar, diría: no veáis el tráiler. ‘Mirror, mirror’ es una película para toda la familia, sí, pero también un espectáculo visual cautivador y un entretenimiento muy digno con golpes de humor  ‘adulto’.

El título da una pista sobre quién es la que ‘parte el bacalao’ en el film de Tarsem Singh (que ya había demostrado su amor por el barroquismo visual y los cromas en ‘Inmortals’ y ‘La celda’): la reina mala. Julia Roberts olvida que alguna vez fue la princesa, la novia de América, la Cenicienta moderna, para convertirse en una madrastrona que, no nos engañemos, en realidad es la más guapa del reino. Su personaje es la mujer madura que no teme a nada salvo a las arrugas, que se apunta a tener un marido ‘boy toy’ como la que más y que, en algún momento del film, encarna (con mucha gracia, eso sí) a la Merkel de turno: estruja al populacho y mientras véndele metáforas para que se siga dejando.


viernes, 9 de marzo de 2012

Estreno

Intocable

Mientras otra compatriota ha recorrido alfombras rojas por medio mundo recogiendo premios a diestro y siniestro en un emotivo homenaje al cine mudo, otro filme de la hornada francesa, con menor (y peor) escaparate publicitario, ha llevado a hordas de espectadores a las salas por otros ingredientes. No ha traspasado fronteras más allá de Europa (ni falta que le hace). No es muda, aunque entre los personajes baste una mirada para decirse todo. Tampoco es en blanco y negro, aunque exista esta dualidad, desde el trasfondo dramático, a la piel de los protagonistas o a los dos universos a los que pertenecen. Intocable es una de las películas imprescindibles de este año.



jueves, 8 de marzo de 2012

Les Parapluies de Cherbourg

La Nouvelle Vague supuso una renovación/revolución estética y narrativa en la forma de contar historias en la gran pantalla. Los códigos de la maquinaria hollywoodiense se habían quedado encorsetados y se hacía necesario abordar la realidad y – sobre todo – las relaciones de pareja de una forma natural, inconclusa, incoherente. En definitiva un reflejo de la vida misma, movida por impulsos.

Jacques Demy podría situarse en esa sutil frontera entre la ruptura y la admiración por los códigos reconocibles del cine musical que Hollywood hizo tan bien – no hay que olvidar las claras influencias y aportaciones artísticas de los cineastas europeos a este género- y que hoy en día siguen influyendo en las propuestas fílmicas – véase el éxito de The Artist -. Y es precisamente ahí, en ese límite, donde sobresale del conjunto sui géneris y radica el encanto y la originalidad de Les Parapluies de Cherbourg.