El juego del disfraz es una condición sine qua non del trabajo actoral, en tanto que implica la adopción de una apariencia emocional ligada inevitablemente a la gestualidad y la presencia física. En el caso del cine son muchos los ejemplos de travestismo, transfiguración de género y ruptura identitaria y, aunque abundan títulos y personajes en los que los hombres se transforman en mujeres – casi siempre para explotar la comicidad-, existen algunos ejemplos de féminas que se sirven del hombre (dadas sus ventajas imperantes a lo largo de la historia) para alcanzar, en la mayoría de los casos, logros laborales y aceptación social.
Con motivo de la recién estrenada Albert Nobbs (Rodrigo García), y el papel de caramelo que ha sido para su actriz protagonista, Glenn Close, hay que recordar que no ha sido la única (ni será la última) que se ha metido en traje de chaqueta y ha adoptado un tono grave de voz. Bajo apariencia masculina, muchas otras, como ella, obtuvieron gracias a estas interpretaciones reconocimiento por parte de la industria del cine.