Llévame a la luna
Si hay algo que reconocer al cine
francés es la naturalidad para contar historias, la capacidad de los personajes
para generar empatía con el espectador y la facilidad para arrancar siempre una
sonrisa. La comedia francesa siempre ha funcionado bien, pero de un tiempo a
esta parte asistimos a un goteo constante de títulos trufados de vis cómica con
cierto trasfondo dramático cuyo engranaje resulta perfecto. Así ha sucedido con
títulos recientes como el éxito planetario de ‘Intocable’ o ‘La Delicadeza’, la
primera basada en hechos reales y la segunda, una adaptación de la novela
homónima de David Foenkinos.
En este sentido, ‘Llévame a la
luna’ se vale de esa manida fórmula estratégica de marketing “de los
productores de… (en este caso ‘Intocable’)” que, si bien funciona como gancho
(o no) y sin estar a la altura de la de Olivier Nakache y Eric Toledano, en conjunto
se deja ver. Pascal Chaumeil es el responsable de ésta, su segunda nueva
comedia á la française (debutó con ‘Los
Seductores’), donde termina de definir
su lenguaje y confirma su atracción por la comedia screwball de antaño con historias basadas en las relaciones de
pareja, los equívocos y los engaños.
¿El resultado final? Una comedia romántica
sin grandes pretensiones, que encaja a la perfección en la cartelera estival:
Ligera, simpática y divertida. Además, si hay algo que consigue Chaumeil es
dotar de ritmo a sus historias y cargar el peso en los personajes. Así sucede también en ‘Llévame a la luna’,
donde el director ha descubierto a una Diane Kruger capaz de sonreír y hacer
reír junto a uno de los actores y humoristas más emblemáticos del país galo,
Dany Boon. La química entre ambos traspasa la pantalla y logran transmitirnos
esa sensación de levitación propia del enamoramiento creando algunas escenas memorables,
aunque generen cierta sensación de déjà
vu.
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